Autoestima, la sensación de ser aceptado o rechazado por los demás puede ser la fuente abastecedora o privadora de confianza a la hora de la conquista sexual.
Quienes gozan de autoestima están poco alerta a los por menores y reacciones negativas de sus pretendidas conquistas, y las circunstancias desfavorables, tienen la pendulante convicción de que las cosas van a continuar bien o mejorarán.
En caso de no lograr la cita o el acercamiento pretendido rápidamente encontrarán una explicación que mantenga intacta su autoimagen.
A la hora del flirteo y la seducción corren más riesgos y son intrépidos frente a tomar la iniciativa.
Esto último es bien acogido por la presa sexual que se siente apreciada y cautivada por un despliegue atrevido y determinado.
Diferente es cuando la autoestima es baja o frágil.
Son vacilantes a la hora de correr riesgos ya que fácilmente experimentarán el fracaso frente a la mínima adversidad.
Se sentirán expuestos y se replegarán para evitar vivencias que no garanticen el 100% de éxito, ya que de lo contrario evaluarán la situación con autorreproches, inquietud y vergüenza. Fijan su atención en los escollos, evaluándolos con hostil autocrítica en lugar de intentar obtener pequeños logros sobre los cuales edificar su autoestima y tejer sus redes. Todo esto terminará por provocar en la pareja sexual, perplejidad frente a la inseguridad; amenazando la estima de éstos ya que se percibirá como contribuyente o mantenedor de las dificultades.

¿Cómo se resuelve ésto en el plano sexual?
Con entrenamiento, animándose a experimentar, reconociendo los logros y nutriéndose de las gratificaciones.
Tolerando las frustraciones que pueden valorarse como pasajeras y de ser necesario con terapéuticas que enseñen a esquivar la ansiedad,
el estrés, la depresión y la fobia que pueden terminar provocando una disfunción sexual.

Lic. Analía Urretavizcaya
Psicóloga Clínica | Sexología Clínica